“Escribir es escuchar la voz que se ha perdido”
Pascal Quignard
I
Quienes no tenemos educación musical vemos a los músicos como seres con dones privilegiados, capaces de incidir en nuestras almas de maneras insospechadas. ¿cómo logran hacer que algo tan sutil como el sonido tenga un impacto en nuestro cuerpo? La música nos incita al movimiento y pone a flor de piel emociones soterradas en los abismos de la memoria. Sabemos que en todo arte hay técnica, trabajo, rigor y disciplina. Pero eso no puede ser todo.
Como un ser con un ojo más educado que el oído, cuando escucho música visualizo patrones,
imagino ondas y cuerdas de materia pequeñísima cediendo a la voluntad de quien canta o ejecuta,
para producir en mi sensibilidad un efecto que ellos, compositores e intérpretes, han anticipado.
Eso es algo que en la escritura y en otras disciplinas es difícil lograr. Por este misterio, quizás,
siento que es un gran reto escribir sobre la música. ¿Cómo escribir sobre algo que se disfruta
tanto, que hace tanto bien? Y sobre todo: ¿para qué? ¿cuál sería el propósito?
II
“Es una especie de noche lo que procrean los ojos cerrados de las mujeres y los hombres cuando
escuchan música. Sus rasgos se relajan. La frente, la palidez de su frente se alisa por completo. Su rostro se vuelve verdaderamente luminoso.” nos dice Pascal Quignard, en El amor el mar.
Quignard no sólo ha novelado la vida de algunos músicos lejanísimos a nuestro tiempo hasta
volverlos entrañables para nosotros, sino que ha encendido en nuestro imaginario, a través de sus
atmósferas, de la construcción profunda de sus personajes, el deseo por la música de los siglos
XVI y XVII y nuestra curiosidad por los instrumentos que descartó el paso del tiempo.
En las páginas del escritor francés, la música no es el fondo sino el núcleo y el entramado mismo
de lo que narra. Escribir sobre la música no va a develar ni el misterio ni la fuente de su poder,
pero escarbar en ella ampliará su efecto en nosotros. Además, los músicos tienen buenas historias. Hay muchas relaciones que desentrañar, como la del músico y su instrumento, la del cantante y su voz, la del intérprete y su público, y en todas ellas hay harta pasión y no pocos desbordamientos.
Desde hace algunos años he estado obsesionada con la figura de Ángela Peralta. He leído
biografías y colecciono hallazgos sobre su vida, pues como he dicho, escribir sobre música, para
los que no hacemos música, requiere, al menos, mucha indagación. Sabía que para escribir sobre
Ángela Peralta, tenía que entrevistar a quien pudiera contarme sobre su experiencia musical y
escénica como soprano, así que me di a la tarea de entrevistar a Elisa.
III
Tuve la fortuna de escuchar a Elisa Ávalos en muchas ocasiones con los Tonos Humanos y otros
ensambles en lugares privilegiados, como en pequeñas capillas de la sierra poblana, en el Museo
del Virreinato de Tepotzotlán y en otros auditorios. Pero quizás el concierto más memorable para
mí fue en diciembre de 2014, en un foro abierto, en Acapulco. Esa noche de diciembre llovió. Era
apenas una llovizna que por momentos amenazó en convertirse en algo más, pero nadie de los
que escuchábamos quisimos movernos de nuestros asientos.
Elisa, acompañada por Omar Ruiz y Manuel Mejía, cantó un programa de villancicos barrocos,
que después se convirtió en el disco “Toquen y bailen. Arrullos, loas y villancicos para la
nochebuena”, auspiciado por el programa Caravanas Culturales por la Paz del Gobierno de
Guerrero.
A pesar de que era temporada decembrina, el ambiente no se sentía festivo en Acapulco. El dolor
y la tensión social por la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa nos pesaba a
todos los guerrerenses.
Pero esa noche, el canto y la música fueron generosos. Han pasado exactamente 10 años y la
sensación de ternura y alegría están presentes en mi memoria. Elisa cantó el villancico
novohispano de Antonio de Salazar (1650 – 1715), que nos cuenta de un tal Antonio,
presumiblemente molinero, que canta y baila de alegría por el nacimiento reciente en una familia
de labradores.
Tarará tarará qui yo soy Antón
ninglito li nacimiento
qui lo canto lo mas y mijó.
“Convidando está la noche” fue otro canto que en la voz de Elisa era una celebración gozosa.
Una guaracha antigua repleta de esa yuxtaposición de ideas opuestas tan gustada en la época, que
bien refleja la tensión de la naturaleza humana y divina del nacimiento de Cristo:
Ay, que me abrazo, ay, divino dueño, ay
En la hermosura, ay, de tus ojuelos, ay
[…]
Toquen y bailen, ay, porque tenemos, ay
Fuego en la nieve, ay, nieve en el fuego, ay
Ese mismo año, meses antes, Elisa nos había deleitado en un concierto de canciones del tiempo
de John Dowland, titulado The Dark is my Delight, en el Lunario del Auditorio Nacional. Su voz
sonaba potente pero templada y repleta de emoción. Era imposible con su voz como guardiana,
no soltar los amarres y rendirse ante el placer de la oscura melancolía, confiados en que
regresaríamos gustosos al mundo.
¿No son acaso los mejores cantantes y los mejores músicos psicocompos que nos guían en el
descenso a nuestros abismos?
IV
Me he preguntado varias veces si el refinamiento del alma de los músicos es condición para
ejecutar su arte con más soltura. Me gusta imaginar que entre más afinada consigo mismo esté el
alma del músico, mejor sonará su música, pero probablemente es una idealización. Sé que no hay
nada en los artistas que los haga mejores seres humanos y que, en general, la virtud se cuece
aparte. Pero en Elisa Ávalos había una preocupación por afinar su alma, si no a valores
abstractos, a las necesidades de su entorno y de quienes estaban a su alrededor. Así ella y su
esposo y compañero en la música, Omar Ruiz, realizaron en el año 2015 en las Caravanas
culturales por la paz, dos proyectos en Huamuxtitlán y en Tierra Colorada, en Guerrero, en donde
involucraron a las comunidades escolares. Para muchos niños fue la primera vez que tomaron una
clase de música, con maestros formados y especializados. Pero sé que también para Omar y Elisa
la experiencia comunitaria fue importante.
En febrero de 2024, sintiéndome estancada en mi escritura, le pedí a Elisa que me ayudara a
responder una entrevista para informar el cuento que escribía sobre Ángela Peralta. A
continuación comparto íntegramente sus palabras, sin cambios ni ediciones, que en ese momento me ayudaron a comprender un poco más ese misterio que es el canto, y que ahora me ayudan a apreciar la profundidad de la presencia de Elisa.

Caravanas Culturales por la Paz.
¿Cómo y cuándo descubriste que tu voz era algo más que un medio para hablar?
E.A. Hablar y cantar siempre han sido compañeras en mi camino. Desde pequeña, el canto me ha
acompañado, escuchaba los arrullos que me cantaba mi mamá, también la voz de mi papá. Mi
familia tiene mucho amor al canto y eso siempre me marcó, de tal manera que cantar para mí es
algo muy natural, es otro medio de comunicación.
Para las personas que no tenemos educación musical, nuestra voz es el sonido que
escuchamos al emitir palabras, para ti ¿qué es tu voz?
E.A. Mi voz cantada es el medio de expresión y comunicación más poderoso que tengo, porque a
través de mi canto logro entrar en equilibrio físico, emocional, psicológico y espiritual, y logro
transmitir ese equilibrio.
¿Qué partes de tu cuerpo sientes que forman parte de tu voz?
E.A. Todo. Todo mi cuerpo se activa al cantar, todo mi cuerpo forma parte de mi voz. Canto con
el cuerpo. La garganta, que es el generador del sonido, es un elemento muy importante en el
proceso de activación del sonido, pero es sólo un elemento más entre todos los mil elementos que
se activan cuando canto.
¿Qué expresa tu voz, además de palabras?
E.A. Lo que soy, lo que pienso, lo que siento, lo que deseo, lo que anhelo, lo que duele, lo que
me incomoda, lo que espero, lo que amo….
¿Cómo cuidas tu voz?
E.A. Cuidados físicos: Evito cambios bruscos de temperatura, tomo líquidos templados, ni muy
fríos ni muy calientes. Me alimento lo más nutritivamente posible. Trato de evitar irritantes
porque me activan el reflujo (muy común en los cantantes), que perjudica las cuerdas. Intento
tener una buena hidratación. Evito estar en ambientes con humo, polvo. Evito gritar, forzar la
garganta al hablar. Trato de hacer ejercicio, caminar al menos, y descansar lo mejor posible.
Cuidados emocionales, psicológicos y espirituales: Intentar estar tranquila, evitar pensamientos
negativos, practicar la relajación, la meditación, realizar una respiración completa, rezar, dar
gracias por mi voz.
¿Qué es lo peor que te ha pasado con tu voz y cómo le hiciste frente?
E.A. Una vez me quedé totalmente afónica y no pude cantar en un concierto. Tuve que buscar
una suplente para no cancelar el concierto. Para curarme consulté a la foniatra, especialista en la
voz, seguí el tratamiento recomendado, que consistió en tomar medicamento, descansar la voz,
hacer ejercicios para, poco a poco, recuperar la fonación.
¿Tienes alguna fantasía catastrófica sobre tu voz?
E.A. Mmmm….. aún no tengo un miedo o algún pensamiento catastrófico sobre mi voz. Lo más
que a veces pienso es que algún día mi voz se va a cansar y ya no va a tener el mismo
rendimiento, va a ir envejeciendo conmigo y llegará el momento en que sea mejor ya no cantar. O
que quizá me da alguna enfermedad que me obligue a dejar de cantar…. Por eso cada vez que
canto trato de dar todo mi ser porque no sabemos si el mañana llegue y si pueda seguir
cantando…
Sobre Ángela Peralta
¿Qué es lo que te parece más interesante o importante de la historia de Ángela Peralta?
E.A. El ruiseñor mexicano es un personaje que representa la aceptación y el reconocimiento del
talento femenino en una sociedad que seguramente era muy machista. Ella misma seguramente
por su condición de pertenecer a una clase no favorecida luchó mucho, pero algo que le ayudó a
escalar y llegar a ser quién fue: el apoyo de muchas personas, en especial el de sus padres.
¿Has cantado sus composiciones? ¿Qué te gusta de ellas? ¿Te parecen “simples”?
E.A. Sí he tenido la oportunidad de cantar sus composiciones, precisamente en un concierto
temático para conmemorar el día de la mujer. Tienen, lógicamente, mucha influenza europea,
sobre todo italiana. No me parecen simples, el registro que aborda es un registro muy agudo y
quiero entenderlo que es así porque al componer pensaba en su propio registro.
¿Cómo te la imaginas como cantante?
E.A. Podría imaginarla sencilla, introspectiva, pero….. creo que para estar sumergida en el
mundo de la ópera, tener el reconocimiento, impresionar y sobre todo de esa época le funcionaría
mejor ser una “diva”, ser como el estereotipo de diva que conocemos: altanera, presumida,
exigente…. ¡Ah! Pero independientemente cómo era, debió tener una hermosa voz, una voz muy
natural, muy flexible, muy especial, seguramente al cantar se conmovía mucho y conmovía a los
escuchas, satisfacía las exigencias estéticas de su época. Es una lástima que no se conserve
ningún registro sonoro de su voz.
A través de su música, ¿cómo te imaginas que era su carácter?
E.A. Diverso, en ocasiones intenso, en ocasiones pacífica, en ocasiones nostálgica, en
ocasiones triste….
¡Muchísimas gracias por tu ayuda y tu tiempo, querida Elisa!
E.A. Muchas gracias a ti querida Marxi, gracias por considerarme para esta entrevista.