Sexo y género, la polémica bizantina de hoy

Desde hace muchos años me exaspera la confrontación de lo inconfrontable por su naturaleza distinta: ciencia y fe, teoría y praxis; la terquedad por medir lo inconmensurable: ¿Qué es más sabroso, un mango maduro o un pescado frito? ¿Qué es más bonito, la playa o la montaña? ¿A quién quieres más? 

Pero cuando entramos al terreno de los conceptos y quieren comprobar científicamente el Génesis, la resurrección o la existencia de Dios. O peor aún, cuando quieren evaluar religiosamente asuntos como la evolución, el aborto o la preferencia sexual… Ahí sí verdaderamente engendro en pantera y prefiero aislarme. Afortunadamente, hasta ahora, estos escenarios absurdos se limitaban a personas con quienes tengo trato ocasional y escaso, así que evadirlas había sido fácil.

Pero ahora resulta que se han desatado mil polémicas por la confrontación entre sexo y género. De entrada, no lo entiendo. 

El sexo es un concepto biológico. No depende de nuestra voluntad o percepción sino de las características genéticas que a su vez dan pie a las características anatómicas. Todo embrión es hermafrodita y los genes dirigen el desarrollo de una parte y atrofian la otra de acuerdo a su combinación XX y XY. Sí, puede suceder que este proceso de desarrollo y atrofiamiento no se realice o no se complete y entonces la persona resultante será intersexual, pero como estadísticamente las personas intersexuales son muy pocas, se considera que el sexo biológico es binario: machos y hembras, hombres y mujeres.

El género, en cambio, es un concepto, un constructo social que puede surgir, modificarse, dividirse, adecuarse a cada época, lugar, clima, devenir histórico y necesidades personales de la sociedad en que prevalece.

El modelo patriarcal de sociedad construyó dos géneros: femenino y masculino, y declaró obligatorio para los hombres/machos adoptar el masculino y para las mujeres/hembras adoptar el femenino. Nunca permitió elecciones.

Actualmente, los estudios realizados con la perspectiva de la teoría de Género han encontrado que pueden construirse (y de hecho se han construido a través de las épocas, pero como transgresión, no como norma) muchos géneros más, y se crean nuevas categorías: la cis para los hombres que nacen hombres y desean seguir siendo género masculino y para las mujeres que nacen mujeres y desean seguir siendo género femenino. Y la categoría trans para los hombres que deseen construir para sí mismos un nuevo género femenino o para las mujeres que deseen construir para sí mismas un nuevo género masculino.

Y quiero remarcar que lo de nuevo es esencial para el constructo. Me explico: yo soy mujer cis porque nací mujer/hembra (con útero y ovarios y genes XX), me educaron como mujer, practico algunos rasgos del comportamiento femenino tradicional, he vivido los efectos de la progesterona y el estradiol, me he embarazado y parido, me gusta ser mujer, mi carácter tiene algunas características del patrón masculino tradicional, pero no me siento hombre ni me gustaría serlo, aunque ser mujer me haya significado desventajas en varias épocas de mi vida. 

Una mujer trans nace hombre/macho (con testículos, próstata y genes XY), generalmente la educan en su infancia y en su juventud como hombre y la obligan a practicar rasgos del comportamiento masculino tradicional, siente los efectos de la testosterona en su adolescencia, le gusta ser mujer, cultiva en su carácter algunas características del patrón femenino tradicional que conoce y que la hace sentirse mujer, desea quitarse de encima el aspecto masculino y aflorar la personalidad femenina que siente en su interior. 

¡Si el resultado de todo este proceso es el género femenino construido por el patriarcado, entonces la montaña habrá parido un ratón! Es obvio que sobran elementos (biológicos, anatómicos y sociales) para que la persona transfemenina haya construido un nuevo género.

El mismo desglose podemos hacer con un hombre trans: Nace mujer/hembra (con útero, ovarios y genes XX), lo educan en su infancia y juventud como mujer y lo obligan a practicar rasgos del comportamiento femenino tradicional, siente los efectos de la progesterona y el estradiol en su adolescencia, le gusta ser hombre, cultiva en su carácter algunas características del patrón masculino tradicional que conoce y que le hace sentirse hombre, desea quitarse de encima el aspecto femenino y aflorar la personalidad masculina que siente en su interior. Sí, exacto, también las personas transmasculinas construyen un nuevo género.

¿Y entonces qué? ¿Vamos a seguir polemizando hasta la náusea? ¿Vamos a seguir aplicando lo binario del sexo biológico a lo infinitamente diverso que puede ser el género social? ¿Por qué aferrarnos a la clasificación hombres/mujeres si puede institucionalizarse la diversidad: hombres, hombres trans, mujeres, mujeres trans y en fase neutra. 

Hay una zaga de Ciencia Ficción (El ciclo de Chanur) donde las heroínas son unas leonas navegantes espaciales que coexisten con distintas especies y una de ellas, los Sh’o son justo así: femenino, transF, masculino, transM y fase neutra. Y eso es solo un rasgo más, aceptado sin problemas y a nadie le hace ruido.

Así que cierro como abrí: No entiendo por qué establecer con claridad y respeto la diferencia intergenérica puede ser ofensivo o considerarse una fobia. No entiendo la “confusión” entre sexo y género y mucho menos entiendo ese pensamiento mágico de fingir que no existen los atributos biológicos/genéticos. 

Tampoco entiendo, y menos acepto, cambiar la palabra “mujeres” por “personas” para que nadie se sienta ¿excluíd@? Ya bastante nos han invisibilizado con el género gramatical para que ahora acepte dócilmente neutralizarme en la palabra y en la imagen social. Y hoy como siempre me niego a aceptar dogmas y etiquetas en nombre de lo “políticamente correcto”.

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